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‘Modern family’, recomendable al cien por cien
Modern family es una comedia de las buenas y no lo digo sólo porque haya sido un éxito en Estados Unidos (eso muchas veces no es indicativo de nada), lo digo porque la serie tiene todos los ingredientes de las comedias que más me gustan. Hoy Neox estrena la serie a las diez de la noche así que si tenéis un rato y no la habéis visto os recomiendo que le echéis un vistazo porque os sorprenderá gratamente.
Para empezar, es un falso documental (mockumentary), como lo es por ejemplo The Office. Con esto se gana en dinamismo gracias a la cámara al hombro y en profundidad en las historias porque permite ver otros puntos de vista y capturar momentos que en una ficción convencional no tendrían cabida. Aprovechan así para que sean los propios personajes los que explican cosas a la cámara. Esos momentos de parejas hablándole al espectador me recuerdan a Cuando Harry encontró a Sally o a aquellas primeras temporadas de Sexo en Nueva York. Es un recurso que me gusta especialmente porque se salta la cuarta pared de una forma natural, transgrediendo así los límites imaginarios del género y aprovechando lo mejor de la ficción y lo mejor del documental.
No es una serie con un humor tan negro como el de The Office y en ese sentido es más digerible para el público en general. Las historias familiares de esta pandilla de tarados llevan al extremo el tópico de las familias mal avenidas pero sin llegar al egoísmo galopante de Arrested development. En Modern family hay a menudo un final feliz en cada episodio pero eso no empaña el excelente y surrealista desarrollo de las historias marcado por unos personajes excelentemente perfilados que son víctimas de sus propias circunstancias. Es decir, que tienen problemas comunes y es fácil reconocer a alguien en cada uno de los personajes, pero su manera de solventar los conflictos es sistemáticamente equivocada. De entre todas las opciones siempre eligen la peor y ésa es precisamente la base de la hilarante comedia. Todos nadan a contracorriente, cada uno a su nivel, y aunque al final aparezcan a menudo los demás para solventar el embolado es inevitable la sensación de que se ha dado un paso más hacia el desmadre. Una mala decisión, aunque termine sin tener consecuencias catastróficas, siempre es una mala decisión y su poso permanece agazapado como una amenaza.
No puedo quedarme con un personaje porque cada uno de ellos sólo se entiende si está vinculado a los demás. En este sentido tengo la sensación de que todos son para los demás algo así como la única opción posible. Hay vínculos familiares, claro, pero las parejas parece que son fruto de una elección poco conveniente en todos los casos, lo que ha generado el caos global en el que viven. Que sí, que se quieren, pero parece que es porque tampoco tienen más remedio.
Qué le voy a hacer. Siento debilidad por los personajes extraviados que tienen en la equivocación su forma de hacer las cosas. Me gustan las tramas, sencillas en su planteamiento y surrealistas en su desarrollo, con cotas de empeoramiento paulatino. Las interpretaciones son de diez. El ritmo es frenético. En conjunto, la comedia agridulce me ha sacado más de una carcajada y también se me han puesto los ojos como platos más de una vez porque no deja de sorprenderme que haya series americanas destinadas al gran público que se permitan hacer determinadas parodias (un prejuicio por mi parte, lo sé). Si no la habéis visto, tenéis que disfrutarla. Espero que os guste.
Telecinco se carga LaNueve
Dos días seguidos hablando de Telecinco. Si encadeno una tercera entrada se acabará el mundo así que intentaré evitarlo pero no podía dejar pasar esta muestra de improvisación extrema y de falta de planificación. Telecinco ha decidido cargarse LaNueve (ese canal femenino que pretendían lanzar en septiembre), y sustituir su frecuencia por Boing, un canal temático infantil y adolescente. Así, su contenedor matinal pasa a ser, por el arte de birlibirloque, un canal temático que se añadirá al grupo.
La idea no es mala, claro, sobre todo viendo que Clan TV arrasa en la TDT, pero se nota a la legua el efecto copia y eso da un poco de vergüenza ajena e incide en mi idea de que si las cadenas no saben qué hacer con esas frecuencias públicas que disfrutan por la patilla, más les valdría dejar el espacio a gente que supiera aprovecharlo de verdad. Es lo que tiene la falta total de estrategia en un negocio como el de la TDT que tendrían que tomarse mucho más en serio. De hecho, así le va a Telecinco, cuesta abajo y sin frenos, porque sus canales de refritos pasan sin pena ni gloria para los espectadores.
Boing se nutrirá de los contenidos de la Turner pero, ¡oh!, desgracia, no tienen al incombustible Bob Esponja, que se ha hecho con el favor de grandes y pequeños. A veces una cosa tan insignificante como el triunfo de una serie puede hacer despegar un canal, no basta con poner dibujos a todas horas. Eso sí, venderán anuncios a porrillo, que es de lo que se trata.
Por otro lado está el asunto de las audiencias del grupo. El grupo de canales de Telecinco hace aguas y su oferta no hay por dónde cogerla. En estos tiempos de pauta única publicitaria, cuando las cadenas parece que se han aficionado a la venta de espacios publicitarios en bloque, sus enteros bajan de forma desmesurada ante los anunciantes que ven en la competencia, con grupos de cadenas con más audiencia, una posibilidad mejor de exponer sus productos.
Así las cosas, es aún más comprensible que copien a Clan TV, de Televisión Española y, por tanto, sin anuncios. Así no van a tener que disputarse anunciantes con el grupo de cadenas de Antena 3, con una audiencia muy superior y mucho más estable. No está mal la jugada, siempre y cuando les salga bien. El día que los anunciantes decidan no tirar su dinero a la basura veremos cómo queda la cosa pero, por ahora, ésta era la única opción plausible para que los de Telecinco siguieran intentando hacer dinero. Eso sí, podían haberlo pensado antes y se habrían ahorrado este ridículo.
Expediente a la publicidad pactada de Antena 3, Veo y Disney Channel
Aún no ha empezado la época de la verdadera lucha en la TDT y la Comisión Nacional de la Competencia ya ha abierto un expediente a Antena 3, Veo y Disney Channel por un presunto pacto de precios que llevaría aparejado obligaciones de contratación conjunta de bloques publicitarios. A esto se le ha llamado «pauta única» y supone que la misma publicidad puede verse a la vez en los canales de Antena 3, en Veo y en Disney Channel. No lancemos las campanas al vuelo que esto puede terminar en agua de borrajas pero resulta llamativo que haya sospechas de que este pacto existe. Ante casos así siempre me pregunto qué cosas se estarán haciendo y de las que no se sospecha.
A efectos prácticos podemos pensar que si hay indicios de que se está llevando a cabo una práctica así, es fácil que se haya por lo menos planteado como salida a la supuesta crisis de la publicidad que están sufriendo las televisiones. También es llamativo que sea Antena 3 la que abandere este asunto, justamente la cadena que lleva más tiempo creando iniciativas para comercializar los anuncios y justamente la cadena que pensábamos que abanderaba la lucha contra la fragmentación. Han sido más listos que nadie.
Desde el punto de vista del espectador la publicidad en bloque es horrorosa no ya porque intenta evitar el zapping (cosa absurda con tanta cadena), sino porque es totalmente invasiva y no respeta las pausas de los espacios que están en emisión (qué os voy a contar). Y ahora me llega el turno de reconocer mi ignorancia en estos temas: yo francamente pensaba que la publicidad por bloques era un error pero, a la vista de los acontecimientos, cabe la posibilidad de que me equivocase.
Hay anunciantes que aceptan las tarifas y que se prestan a que sus anuncios se emitan en bloque. Telecinco adoptó esta política después de Antena 3. Es decir: que o funciona de verdad, o es un timo para los anunciantes. Si encima se confirma que hay pacto de precios, el negocio es redondo. Quizá la medida no sea tan efectiva en televisión como parece, pero a efectos de negocio sí lo es.
Llegados a este punto quiero lanzar un mensaje a los anunciantes, que son víctimas de este asunto, tanto o más que los espectadores. ¿Cuándo piensan ustedes ponerse las pilas? Toca ya hacer un ejercicio de demanda. Se les olvida que ustedes son clientes de las televisiones, y no a la inversa, y que tienen derecho a exigir un mejor trato para esos anuncios que les cuestan una pasta y que al final, por esa estrategia de multipantalla, ve mucha menos gente de la que creen. Para esto los índices de audiencia son engañosos. Ustedes ven las cifras de espectadores de la cadena en cuestión o, en este caso, del grupo de cadenas. Puede parecer un número abultado o generoso, sobre todo si ponen en valor los descuentos que supuestamente les ofrecen, pero tengan en cuenta que no hay audímetro que mida la satisfacción del espectador.
Las televisiones son el medio que los anunciantes tienen para llegar a los consumidores (pocos son los que se atreven a explorar nuevos mercados), y esos consumidores no son los mismos en Antena 3, en Nova o en cualquiera de las otras propuestas. Además, la fuga de espectadores en las pautas publicitarias también hay que tenerla en cuenta. Exploren nuevos caminos, señores anunciantes, que me parece a mí que éste que les están poniendo en bandeja está plagado de minas.
Canal+ 2, pagar por menos
Esto de la TDT de pago es ya un cachondeo. La última oferta en anunciarse es de Sogecable, se llama Canal+ 2 y es cualquier cosa menos una oferta decente, sobre todo teniendo en cuenta que la competencia ofrece paquetes mejores y que este Canal+ 2 es una versión capada del Canal+ 2 original que va a poder seguir viéndose en Digital+.
Canal+ 2 es un paquete que va a costar quince euros al mes en la TDT y que, a diferencia de la oferta original, no va a incluir deportes. Será un paquete familiar con cine, series y documentales pero todo apunta a que los de Sogecable quieren usarlo de gancho para captar abonados para su canal de deportes que sacarán antes o después. Por casi el mismo precio Mediapro ofrece AXN y Gol TV. Canal+ 2 seguirá manteniendo la filosofía de emitir con un día de retraso respecto al Canal+ de pago, con lo que los contenidos llegan con retraso. Y para colmo para poner a funcionar este canal en la TDT harán desaparecer 40 latino, que si bien no es un canal predominante sí que es una oferta gratuita que desaparece para seguir su trayectoria en la plataformas de pago.
Como véis, la TDT de pago (o premium), sigue restando a las ofertas gratuitas, y esto no ha hecho más que empezar. Si ahora la TDT gratuita nos parece un asco, dentro de un tiempo tendremos que pagar para ver lo que ahora vemos gratis, si es que queremos una oferta medio decente.
Luego se extrañarán de que la gente se pase a las descargas o de que suba la audiencia del streaming en las webs de las cadenas. Y lo peor es que éste camino no hace más que limitar al espectador, expulsarle de un proyecto que le vampiriza y todo gracias a la legislación estatal que permite que cada cadena haga de su capa un sayo y manipulen la oferta a su antojo.
En este sentido quiero recordar que las cadenas tienen concesiones sobre las frecuencias, sí, pero las frecuencias siguen siendo de titularidad pública, aunque no lo parezca. Este Juan Palomo empieza a adquirir tintes surrealistas y lo peor es que aún nos queda mucho por ver y por maldecir. Eso sí, para los distintos grupos la TDT va a ser el negocio del siglo pero ellos mismos se están cargando la gallina de los huevos de oro.
Más canales, menos televisión
A pesar de que la TDT falla más que una escopeta de feria, la legislación sigue su curso como si nada, fiel al programa establecido. A partir de septiembre tendremos nuevos canales porque el Gobierno aprobó la semana pasada conceder un multiplex completo a Antena 3, Telecinco, Sogecable, VEO Televisión, NET Televisión y laSexta. Esto significa que cada una de estas cadenas podrá poner a funcionar en septiembre hasta cuatro canales más cada una (la mitad si son en HD), y que esto es un premio a su adaptación previsto en la Ley, y no es una apertura de concurso convencional, por eso las cadenas favorecidas son las mismas de siempre.
De todas estas nuevas licencias, sólo se han presentado contenidos para unas pocas, y qué contenidos. Antena 3 prepara Nitro, un canal para hombres; Telecinco prepara La Nueve para competir con Nova; laSexta va a lanzar Marca TV (deportes), prepara otro canal en abierto y dice que pretende alquilar los otros dos que le quedan libres; y Net Televisión anuncia dos canales, pero sin más especificaciones.
A mí no me salen las cuentas y todo apesta a consolidación del monopolio de unos pocos sobre unas frecuencias que deberían ser de todos y a las que debería de poder optar cualquier colectivo o entidad pero, claro, eso no interesa. El control de medios se hace muy evidente en situaciones como ésta, cuando de lo que se trata es de repartir espacios de los que sólo van a beneficiarse cuatro. Porque, viendo cómo van las cosas, resulta evidente que es más importante tener las licencias para que no las tenga la competencia, que llenarlas de contenido.
Montar un canal no es cosa fácil, eso es obvio, pero me hubiera gustado que este proceso hubiera sido más exigente con los grupos adjudicatarios. Si no hay ni siquiera proyectos para rellenar el espacio, ¿por qué regalan las licencias de las cadenas como si fuesen caramelos? Hay que tener contento a todo el mundo, menos al espectador. Un simple cálculo porcentual nos indica que al adjudicarse más canales, quedando muchos de ellos sin contenidos por ahora, vamos a tener menos televisión. Eso sin contar los canales que ya existen que son absolutamente demenciales, llenos de refritos o de teletiendas, y sin entrar a valorar la TDT de pago, que poco a poco va tomando el impulso que necesita para privatizar frecuencias que en principio son públicas.
Todo esto sería peor si no tuviésemos Internet, claro, que nos nutre de lo que necesitamos en cada momento, pero aún así creo que el asunto de la implantación de la TDT y su evidente empobrecimiento de la televisión deberían de hacernos parar a pensar. Mucho bombo a las innovaciones técnicas y demás, pero todo se orienta a un empobrecimiento del contenido que, ya de por sí, no está pasando una buena época con la crisis de la industria. Eso sí, los espacios publicitarios se multiplican y el negocio descarado de los anuncios empieza a tener tintes de estafa porque ya hay empresas que gestionan publicidad para los canales en bloque, independientemente de lo que se emita. Ahí los anunciantes tendrían que dar el alto a las cadenas o terminarán tirando su publicidad al retrete.
El A, B, C de las sanciones
Éste de arriba es el anuncio por el que Intereconomía ha recibido una sanción de 100.000 euros por parte del Ministerio de Industria en atención a que vulnera un artículo que establece que la publicidad no puede atentar contra los derechos constitucionales de las personas. Dejando de lado que el importe de la sanción es ridículo para una cadena de televisión y que la sanción, obviamente, está bien aplicada, me gustaría hoy llamar la atención sobre un aspecto peculiar de este tipo de polémicas.
Estableciendo las bases del debate, hay que aclarar que el mismo Ministerio de Industria no encuentra motivo de sanción en el vídeo de Manolo Lama con el mendigo ni en el del «zorra repugnante» de un tertuliano. Se da la circunstancia de que en ambos casos los interfectos pidieron perdón e Industria considera que ambos momentos televisivos que han reventado en reproducciones en YouTube son «hechos aislados». Por otro lado, se da la circunstancia de que Industria sancionó en enero el programa Sálvame Diario por las referencias sexuales explícitas del programa que podrían dañar el correcto desarrollo de los niños y que vulneraban el horario de protección infantil. La última polémica que ha revolucionado Internet es el siguiente vídeo de UAU. Sobran las explicaciones.
[Actualización] Cuatro ha eliminado todo rastro del vídeo. Ellos sabrán por qué. En cuanto aparezca lo volvemos a poner pero…, hay que ver qué mal se hacen las cosas de vez en cuando. Ya ha aparecido el vídeo. Veremos cuánto dura. [Fin de la actualización]
En este contexto de decisiones interesadas, mal explicadas y que incluso podríamos determinar como incoherentes, se pueden sacar algunas conclusiones:
a) Que la publicidad tiene establecidos claramente sus límites con lo que sancionar un anuncio es mucho más fácil y menos comprometido para el Ministerio de Industria. Si eso que dice el anuncio de Intereconomía lo hubiese dicho un tertuliano y hubiesen usado esas imágenes como promo del programa, seguramente no les habrían puesto la «receta».
b) Que pedir perdón sale rentable, aunque el mal ya esté hecho, ya sea el investigado un fragmento de una emisión de contenido supuestamente deportivo o una tertulia de opinión. La opinión, desde mi punto de vista, está sobrevalorada, y eso de que todas las opiniones son respetables me da risa, pero parece que el Ministerio de Industria no piensa lo mismo. Tampoco valora el Ministerio a la hora de establecer sanciones la repercusión de esos momentos en otros medios, Internet principalmente, cuando ése debería de ser uno de los criterios básicos en este siglo.
c) Que el horario de protección infantil es uno de los puntos fuertes del Ministerio, relacionado con la alarma social que genera, y que todo lo que salga de ese horario es mucho más difícil de sancionar porque, al contrario que pasa con la publicidad, el entretenimiento tiene unos límites de actuación difusos y demasiado interpretables para un Ministerio que, una y otra vez, opta por no posicionarse en ese papel esquizofrénico que tienen al ser juez y parte del sistema. El Ministerio es a la vez el organismo regulador de la televisión, en constante contacto con las cadenas, y el defensor de los ciudadanos ante los abusos televisivos. Así no hay manera.
La principal conclusión que yo extraigo de todo esto es que el Ministerio está incapacitado para sancionar por sus propias carencias y su falta evidente de objetividad y que, cuando sancionan, lo hacen para cubrir el expediente estableciendo unas cantidades de risa y acudiendo a argumentos muy estereotipados que incluso caen en la demagogia barata. Cierran los ojos a las verdaderas polémicas, a los hechos que realmente habrían que ser cortados de raíz, y multa lo evidente para que no se diga que no hacen nada.
Por todo esto, y en pro de la salud de la televisión, habría que establecer unos límites concretos, los que sean, o por lo menos afrontar la necesidad de una regulación real que permita a todo el mundo el saber a qué atenerse. El equilibrio es complicado porque una normativa muy estricta terminaría siendo un chorreo de denuncias cruzadas entre cadenas sin ningún sentido, pero una normativa demasiado laxa lleva a la situación en la que nos encontramos ahora, donde todo el mundo hace y dice lo que quiere porque saben que no hay consecuencias. Desde mi punto de vista, la ausencia de normas es el mayor problema al que nos enfrentamos en estos momentos. ¿Nadie va a hacer nada por solucionarlo?








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