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Televisión Española rechaza el «basado en hechos reales»
Parece ser que Alberto Oliart se ha puesto firme con el asunto y ha declarado que Televisión Española ya no emitirá más TV Movies basadas en hechos reales que aún no haya resuelto la justicia. Una buena decisión, aunque llega un poco tarde porque el catálogo reciente de TV Movies de la cadena está trufado de este tipo de productos, TV Movies o miniseries que abordan desde fuentes periodísticas casos judicialmente populares y cuya gran parte de interés reside en eso, en el componente de actualidad (aquí tenéis los datos referidos a 2010).
El asunto estriba en que una cadena pública no debe de hacer negocio con un tema de actualidad mediante una ficción más o menos ajustada a los hechos. De acuerdo, pero no quiero dejar pasar el hecho de que, además, dejará también de hacerle competencia a las privadas que, por aquello de que son empresas privadas, pueden hacer lo que les rote en el espacio radioeléctrico público en el que operan. No deja de ser superficial la distinción, y hasta hipócrita, si pensamos que el mismo Gobierno que otorga unas licencias a las privadas para que hagan lo que les venga en gana al mismo tiempo que condena esas emisiones en la cadena pública.
Entra en juego entonces el concepto de responsabilidad y servicio público, que sólo es exigible a Televisión Española, a pesar de que las privadas se beneficien de esas restricciones porque, como hemos visto, no es que emitan TV movies y miniseries cargadas de juicios paralelos, sino es que además las repiten cuando lo consideran procedente y siempre al ritmo de la justicia ordinaria, que viene a ser demasiado lenta, para variar.
Tampoco se puede soslayar el hecho de las quejas de los aludidos en esas ficciones porque ven menoscabado su derecho a la defensa, su presunción de inocencia y no sé cuántas cosas más. Una televisión pública, por supuesto, no debe de entrar en ese juego, pero ¿una televisión privada es libre de hacerlo? Lo que me molesta de este debate es que no se tiene en términos de la dignidad de las personas ni nada parecido; todo se valora en función de índices de audiencia y de temas que, rechazados por una, van a parar al resto de cadenas. Lo demás importa bien poco.
Lo estamos viendo con el caso de las menores desaparecidas o asesinadas, con debates morbosos, peticiones desorbitadas, testimonios desencajados y ficciones que acompañan todo eso. Fotografías de menores sacadas de las redes sociales, amigos hablando con el permiso de unos padres desorientados, linchamientos, multas que las cadenas pagan con la gorra… Para qué seguir, sabéis bien de qué estoy hablando. De manera que sí, me parece bien que Televisión Española cese esas prácticas (tarde y a petición de la Comisión de Control Parlamentaria), lo triste es que se haga por los motivos equivocados de audiencia, exclusividad de los temas e ingresos en publicidad.
Biopics, verosimilitud o verdad
Es curioso. Leo aquí que los biopics no autorizados suelen tener mejores índices de audiencia que los que se realizan con la colaboración de los allegados de los retratados. ¿Sabéis el dicho de que la realidad siempre supera la ficción? Pues en la tele, falla. La realidad de los familiares y amigos de la figura homenajeada en un biopic suele ser demasiado blanda. Ya sabéis a qué me refiero: en la tele hay que enseñar algo oscuro si no, no cuela.
Carmen Morales, que iba a interpretar a su madre, Rocío Dúrcal, en una TV Movie ha abandonado el proyecto porque, al parecer, no estaba conforme con el guión y con la imagen que se daba de su familia. Claro, si dejásemos que contase ella la historia resultaría todo demasiado empalagoso. Supongo que el truco está en añadir algo, pero tampoco mucho, de lo que se ha visto por los platós. En este sentido, ¿cuándo harán un biopic sobre Andrés Pajares? Ahí hay mucha tela que cortar.
Qué aburrida puede terminar siendo una historia de un personaje famoso si se cuenta sólo la versión autorizada. Por lo visto las audiencias saben de eso y las versiones autorizadas tienen menos espectadores que los biopics que se permiten ciertas licencias poéticas, por llamarlas de alguna manera. Estaba claro que en Felipe y Letizia no iban a tirar mano para el guion de ciertas leyendas urbanas que todos conocemos pero supieron solventar bien ese tabú que cubre parte de la historia de la Monarquía española. Y si a uno de estos biopics le sale una denuncia de la familia, miel sobre hojuelas. Dicen que Rosario y Lolita se enfadaron bastante cuando vieron Lola, la película y el biopic obtuvo unos resultados más que buenos.
Así que recordad esto cuando veáis una exitosa TV Movie nacional basada en algún personaje conocido. No se trata de que no sean fieles a la realidad sino más bien que aportan aquello que la familia no querría contar y eso, amigos, al fin y al cabo no es más que otro aspecto del deporte nacional: el cotilleo. Que conste, no me parece mal, al contrario, lo veo hasta comprensible. También espero que los responsables de los biopics sepan comprendernos a los espectadores si terminamos echándonos unas risas con el asunto. Vamos a tener oportunidades de sobra porque la tendencia a hacer este tipo de TV Movies no está aún agotada y en la presente temporada tendremos la oportunidad de disfrutar de las historias de Tita Cervera y Rocío Jurado, entre otras. Siendo mala diré que ardo en deseos de ver cómo retratan a Borja Thyssen, un personaje que me parece de lo más misterioso. Y éste regalo para Carmen Morales, que yo tenía el disco:
‘Felipe y Letizia’ han marcado época
Quién se lo iba a decir a Telecinco. Esta mañana, leyendo la efervescencia producida en la red gracias a la miniserie de Telecinco, he recordado el momento de arriba de Sé lo que hicisteis…,. Hubo una época no muy lejana en la que no se podía hacer mofa de la Familia Real, ni en la tele ni en ninguna parte. Aquí hablé del asunto hace un tiempo y quiero recordaros aquella famosa portada de El Jueves que terminó para los dibujantes como el rosario de la aurora. Hace más tiempo (1994), el siguiente monólogo de Quim Monzó en Persones Humanes (TV3), consiguió que el programa dejase de emitirse en directo y pasase a grabarse para poder supervisar sus contenidos.
Las cosas se habían ido relajando con el tiempo, es cierto, últimamente parecía que había más manga ancha con el asunto pero es que el lunes, con la emisión del primer episodio de la miniserie, la etiqueta #felipeyletizia en Twitter se convirtió en Trending Topic mundial gracias al escarnio público. La gente se lo pasó pipa en las redes sociales comentando en tiempo real todas las bufonadas de la serie. Es paradójico que los bufones sean los personajes que encarnan, con supuesta verosimilitud, a la Familia Real. Desde la Zarzuela no han dicho nada de manera pública así que muchos sospechan que se están subiendo por las paredes. Telecinco en cambio se frota las manos porque este movimiento en Internet parece prometer que el episodio final que se emite hoy sí que barrerá en audiencia, todo por las ganas de reírse en comunidad que tiene el personal.
La reacción ha sido tan desaforada que ya no hay marcha atrás. ¿Se podrá a partir de ahora hacer humor tranquilamente de ciertos aspectos que hasta ahora se han considerado tabú? Cierto es que programas como Polònia (TV3), hace tiempo que ofrecen su visión humorística del asunto pero la diferencia con Felipe y Letizia es que esta miniserie era en principio seria, tanto que los de Telecinco habían programado a su alrededor documentales y Hormigas blancas de las suyas como para respaldar su parecido con la realidad, aunque a estas alturas no sé a la realidad de quién se refieren.
Yo creo que hay desconcierto general entre el equipo de la miniserie. Por un lado estarán contentos porque un éxito en Internet es un paso adelante mucho más importante de lo que las cadenas quieren reconocer, pero por otro temerán que el Rey se les aparezca montado en su moto en una gasolinera (ésta es una leyenda urbana ancestral). De todas formas, cuidado, el público de Internet es apasionado, pero no tonto. Al primer corte publicitario desbocado cambiarán de tarea porque eso sí que tienen que tenerlo claro en Telecinco, la gente de Internet tiene la paciencia justa y necesaria, no más. Tienen en su mano volver a revolucionar las redes sociales pero la política comercial de la cadena puede darles un disgusto y la guasa puede terminar convirtiéndose en una masa de comentarios que ataquen la imagen de la cadena. Yo doy el aviso, luego que cada cual haga lo que quiera.
‘Hispania’ y ‘Felipe y Letizia’, sorpresas en serie
Empezaré zanjando la cuestión del rigor histórico: no lo hay. Ni en Hispania ni en Felipe y Letizia se preocupan por ser fieles a la historia así que me parece que no vale de nada despotricar en ese sentido. De hecho, los responsables de Hispania ya lo comentaron y, desde mi punto de vista, al ser ficciones pueden permitirse las licencias que quieran. Será cosa de los espectadores decidir si aceptan pulpo como animal de compañía o no. En lo que a mí respecta he de decir que no me altera el asunto, más bien me divierte. En el caso de Hispania me rechinaban cosas sin parar. Soy Licenciada en Humanidades y vivo en Elche, tierra íbera donde las haya, así que tengo información de sobra como para hacer un artículo citando cada «licencia» pero, como decía, no creo que haya que perder el tiempo en eso. En el caso de Felipe y Letizia las licencias son el guión al completo. No vi empezar la serie y quiero saber si al principio pusieron el rótulo de «cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia».
Pero bueno, la ausencia de rigor histórico no ha sido una sorpresa en sí. Tampoco lo ha sido la cuestión de los parecidos razonables, en este caso centrándonos en Hispania. Astérix, Curro Jiménez, Gladiator…, la lista podría alargarse bastante más. A esto tampoco le veo yo mayor pega, la verdad. Quizá hoy esté en modo condescendiente pero, qué queréis que os diga, no esperaba nada más ni nada menos. Asumía como segura la falta total de riesgo en la producción. Seguro que no ha sido por falta de ganas del equipo pero supongo que la cadena les habrá atado en corto, como suelen hacer. En ficción las teles nacionales aplican con rigor la máxima de «más vale malo conocido, que bueno por conocer» pero, eso sí, lo que falta por esta lado se ha compensado por otro y en esto sí que aprecio novedad. Partiendo de la idea de que el presupuesto no es comparable al de las producciones que llegan de Estados Unidos, creo que supieron resolver dignamente las secuencias de la trampa a los hispanos, por ejemplo. En general la acción me pareció bien planificada, mucho mejor que la de Tierra de lobos, y en este caso creo que supieron hacer del defecto, virtud. Claro que ver a extras que no están en el papel hace que saltemos en el sofá y esta ha sido una sorpresa mayúscula. Tanto cuidado en los exteriores, tanto celo en el aspecto de la serie, para que al final se emitan secuencias con gente que parece estar más pendiente de saludar a la cámara. Faltó un cartel de «saludo a mi mamá que me estará viendo». Hay que tener más cuidado con estas cosas.
La serie en sí, ni fu ni fa. Juanjo Ballesta me parece que aún no ha encontrado al personaje, el reparto de los romanos me parece mucho mejor que el de los hispanos, la trama no me interesó en lo más mínimo pero no porque fuera mala sino porque a mí este tipo de series no me van. Prefiero las ficciones más descarnadas, con conflictos mucho más pasionales, y es que Hispania me terminó resultando demasiado tibia, con poca profundidad. El agente doble, el hispano al servicio de los romanos, me resultó lastimero y lo habría preferido despiadado, pero para gustos los colores, claro. En general, la humanidad del lado hispano y la barbarie del lado romano me parece un tópico simplón, yo habría mezclado más estos polos opuestos desde el principio (no dudo que más adelante la cosa vaya por ahí pero para entonces no sé en qué otra serie andaré metida).
Y cuando terminó Hispania me pasé a Telecinco y vi los últimos minutos de Felipe y Letizia. ¿Por qué nadie había dicho que la serie «Real» era una comedia surrealista? De haberlo sabido la habría situado antes que la otra porque donde esté una buena comedia, que se quite todo drama. Vi poca cosa y me arrepiento porque me reí de lo lindo. La reina como súper villana; el «guey» campechano a más no poder; el príncipe, un rebelde; y la princesa más dura que un ladrillo del cinco. ¿Seguro que los chanantes no han tenido nada que ver en esto? Hay quien opina que la serie deja en muy mal lugar a la monarquía pero yo creo que ésta será con el tiempo una serie de culto freak. Inverosímil a más no poder, con personajes grotescos y con secuencias que pasaban de largo el adjetivo de culebrón. Habrá que inventar un nuevo género para este tipo de propuestas y es que parece que, sin proponérselo, los de Telecinco han creado un nuevo formato. Yo lo llamaría patochada y lo definiría como el biopic bufo. Para mí, todo un hallazgo. Tanto que me estoy planteando ver la segunda parte porque en el avance salieron los trasuntos de las infantas y de Urdaci. ¿Cómo los retratarán? No sé si podré aguantar la curiosidad morbosa.
En cuanto a audiencias, dos sonoros éxitos. Hispania ganó con un gran dato (22.7% de share y 4.768.000 de espectadores), pero Felipe y Letizia parece que aguantaron el tirón con que dignidad (22.7% de share y 2.782.000 de espectadores). Atención, el dato es correcto, el share es el mismo pero Antena 3 tiene dos millones de espectadores más y esto es así porque los de Telecinco decidieron hacer un programa único con la serie y el documental posterior, así que las cifras de audiencia se falsean. El truco, si les ha servido de algo, ha sido para ocultar los datos reales de audiencia de la serie en sí. Y el miércoles es la segunda parte de la guerra, que esto no ha terminado aún. ¿Quién dice que la tele es aburrida? La monarquía contra la república romana, tremendo.
‘Felipe y Letizia’ contra ‘Hispania’
¿No es paradójico? Dos ficciones patrias con trasunto de historia enfrentadas en la noche del miércoles. Ya lo decíamos el otro día, Telecinco ha apretado la tecla para que el estreno de Hispania en Antena 3 no les pise Tierra de lobos y han cambiado esta serie de vaqueros españoles por la miniserie Felipe y Letizia, para contrarrestar la serie de Antena 3 y proteger la suya propia. En las fechas que estamos Antena 3 aún está a tiempo de dar un golpe de timón y cambiar la serie de día. No es broma, las cadenas tienen la obligación de comunicar su programación con una antelación de tres días y si después hacen cambios la multa es irrisoria.
El asunto es que yo tengo claro que veré Hispania, la emitan cuando la emitan (qué triste es decir esto). No suelo negarme a una serie patria de buenas a primeras y en este caso no voy a hacer una excepción. Habrá que ver cuál de todas las producciones históricas que se están haciendo se lleva el gato al agua. De Felipe y Letizia he visto unas promos que me han dado «cosica». No he encontrado ninguna para ilustrar la entrada pero en ellas se ven al Rey y a la Reina hablando del matrimonio de su hijo con unos guiones que parecen sacados de la imaginación de Peñafiel. No es por faltar pero si en una promo meten algo así, no quiero imaginar cómo será el resto de la serie. Además de que las miniseries nacionales inspiradas en personajes rosa no me suelen interesar demasiado y la historia de amor de la plebeya me parece una pamplina.
Después de haber visto el estreno de Tierra de lobos y de ver la promo que está haciendo Telecinco nos podemos hacer una idea de por dónde van los tiros promocionales de la temporada. Tampoco he encontrado el vídeo pero lo relevante es que hacen hincapié en que esa serie es el mejor estreno de la historia de las cadenas comerciales. «Cadenas comerciales», dicen, pasando de los datos de Televisión Española y situándose así a la cabeza de la carrera. Cuentan que hacen series cercanas sobre temas que interesan al espectador y que ahí reside el secreto de su éxito. Es un buen mensaje promocional y, por lo tanto, parcial. Dicen la verdad, pero sólo una parte de la verdad, cualquiera puede darse cuenta de ello.
Antena 3 por su parte busca conmover con su historia y es cierto que se han empeñado en una producción de alto copete. El rigor histórico queda para los libros, ya lo comentamos, pero si consiguen articular unas tramas sólidas yo me daré por satisfecha. Decirlo es fácil, claro, y no le envidio la tarea a los guionistas. Espero que no haya demasiado culebrón porque entonces me habrán perdido. Si lo hay, espero que sepan disfrazarlo un poco. ¿Qué tal algo de tensión sexual no resuelta para variar? ¿Qué tal un villano con motivaciones? ¿Cómo resultaría un lenguaje no demasiado contemporáneo? Supongo que la cadena es la mayor interesada en que estas cosas no pasen porque prefieren ficciones facilonas pero alguien tendrá que dar un paso adelante.
Mineros: un triste reality
Que la tele siempre arrima el ascua a su sardina no es una novedad. Que se use la tele para mandar un mensaje parcial e interesado, tampoco. No me extraña el tono que está adquiriendo el rescate de los mineros chilenos pero sí que lamento, y mucho, que se use para tapar la realidad más obvia y explotando la pobreza de estos trabajadores y sus familias. Ojalá no le pase nada a ninguno de ellos pero me juego el cuello a que más de un alto ejecutivo pagaría por tener una muerte en directo (mirad la última captura de esta entrada de J.R. Mora). La tragedia del 11-s les pilló por sorpresa y no supieron reaccionar a tiempo pero en el caso de los mineros chilenos nada va a escapar a la mirada de los millones de espectadores que, otra vez de forma global, asisten al rescate en directo.
La televisión llega tan lejos que hasta la prensa ha montado especiales que se asemejan a cualquier reality. Esta captura que os propongo sirve de ejemplo. Ahí tenemos la crónica en directo, los rostros de los mineros en un panel como el que usan los de Gran Hermano, por ejemplo, la ventana con retransmisión en streaming, la noticias de Eskup que se asemejan a los mensajes que manda la gente a los programas vía móvil…,. Saben los de la prensa que en esto la tele les tiene la partida ganada y su mejor baza es imitar como puedan el formato del reality para perder los menos puntos posibles. Un formato que, queramos o no, es conocido por todos y cuyas formas de comunicación no son extrañas para los espectadores / lectores.
Tanta preocupación en las formas oculta el fondo, un fondo más oscuro que la propia mina. Un fondo que habla de precariedad laboral extrema, de mineros rescatados que se van directamente al paro, del Gobierno de Chile intentando sacar rédito político de una hazaña que no es más que la resolución de una situación que habían provocado ellos mismos. David Bollero lo explica mejor que yo. La tele, claro está, vende ilusiones, de manera que creo que no podemos esperar que nos cuenten cómo les irá la vida a estos trabajadores. Pasados unos días desaparecerán del panorama y ya nadie se preguntará que ha sido de ellos. Esto siempre pasa en la tele, la noticia es tan inmediata como efímera. Empiezo a pensar que eso es más intencionado de lo que nos quieren hacer creer. ¿Por qué perdura tanto Belén Esteban y otras cosas se diluyen a la mínima? El dinero, claro, el negocio. Qué triste.
Se hará una TV Movie o una miniserie, claro, y la harán unos españoles. El guión está escribiéndose en estos momentos y tienen treinta y tres historias para elegir, material de sobra para articular el drama necesario. Uno de los mineros tenía una doble vida con dos esposas que se conocieron a las puertas de la mina. Cuando él salga habrá que ver a quién abraza primero. Esa será la noticia. Me resulta duro pensar que las únicas posibilidades de cambio estén en manos de los mineros, que en ellos recae la responsabilidad de cambiar la historia y de hablar claro sobre sus condiciones de trabajo y el papel del Gobierno del país en esas condiciones. Es injusto que ellos, que son las víctimas, y a pesar de que tengan un perfil claro de lucha y reivindicación, sean la única esperanza para sí mismos. Ésta es la historia que a mí me gustaría conocer. Ojalá alguien nos la cuente.
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