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‘Medium’, por qué te vas
Mi relación con Medium ha sido tormentosa. Las primeras temporadas las seguí a salto de mata y llegué a decir que la serie no me gustaba (me fastidiaba el tono doméstico de las conversaciones en la cama del matrimonio). La quinta temporada, la de Anjelica Houston, tampoco me mató, pero hacia el final empecé a sentirme más interesada. Y ahora que decido engancharme (voy por la mitad de la sexta temporada), sale Patricia Arquette diciendo que la serie está cancelada. Mi gozo en un pozo.
Las audiencias no son su punto fuerte. Primero pasó de emitirse en la NBC a la CBS, hace dos años, y cuando todos respiraban tranquilos la CBS decidió recortar la séptima temporada, la actual, dejándola en sólo trece episodios. Parece cierto que los Dubois ya no calan entre los espectadores y, maldita sea, estoy viviendo ese oscuro momento que nos ha pasado a todos alguna vez: la cancelación incomprensible de una serie que nos gusta. Dicen que van a darle un final cerrado y digno, eso está bien. También podemos pensar que siete temporadas son un logro tal y como están las cosas últimamente, cierto. Y comprendo que el rumbo actual de la serie la aleja de los inicios. Para mí el camino actual de las tramas es mejor que el anterior pero para gustos, los colores.
En cuando la serie ha dejado de ser doméstica me ha empezado a gustar, en cuanto los problemas han traspasado la puerta de la residencia familiar he empezado a sentirme implicada en la historia. El tono actual, más lóbrego, era justo el que necesitaba. Sin olvidar el carácter procedimental de los episodios, que sigue como siempre, ahora Medium me parece menos inocente que antes, menos sencilla en su estructura y con unas implicaciones que van más allá de los muertos, por decirlo de alguna manera. Es este cambio me parece esencial el desarrollo de los personajes de las hijas, que participan de los misterios cada una a su manera y según su propia personalidad. En este sentido, si Bridget siempre me había parecido especial, su papel ahora en la serie es espectacular y su evolución, como la de las demás, es lógica, coherente y acertada.
Será que a mí me gusta lo tenebroso, justo lo contrario de los que nos enseñan en Entre fantasmas, por ejemplo, pero esta sexta temporada me está pareciendo impresionante. El proceso de los sueños ha cambiado por unos motivos más que justificados (no digo más para no soltar spoilers), y todo el ambiente se ha tornado inestable, frágil. Si antes la casa era el refugio de Allison, ahora es su aliada pero las reglas del juego han cambiado de una manera mucho más interesante para mí, sí, pero parece ser que a la audiencia no le ha hecho gracia la pérdida de inocencia. Qué se le va a hacer.
Entiendo que en la cadena que se emite, una generalista como la CBS, está vuelta de tuerca no encaja con el perfil general de sus producciones de más éxito. En este sentido, de esta cadena es por ejemplo El mentalista, que también me gusta pero sobre todo por el gancho del personaje principal (las tramas me parecen más bien flojas). Entre fantasmas también es suya. Las comparaciones son odiosas, claro, pero salta a la vista que el tono familiar más desenfadado de antes era el apropiado y que lo de ahora tiene una querencia clara hacia lo minoritario, algo que una cadena así no puede permitirse.
En fin, que soy todo lo comprensiva que haga falta y asumo que mis gustos a veces pueden ser algo retorcidos pero echaré de menos a los Dubois de ahora, que conectan mejor conmigo, que a los de antes. Precisamente creo que este es uno de los motivos de la cancelación, este y el crecimiento de las niñas, que es uno de los peligros de las series con críos de por medio. Cuando crecen, o se les manda a la universidad o están condenados. La opción de Medium me parece la mejor, claro, pero a la vista está que si yo fuera guionista no me iba a comer un colín.
‘FlashForward’, un final de pena
Hay cosas que nunca dejarán de sorprenderme en la ficción. Dando por supuesto lo complicado que puede ponerse todo, lo difícil que es escribir pensando en que la serie está cancelada, el reto que supone cerrar tramas…,. Todo eso está muy bien, pero en FlashForward han conseguido dejarme con un palmo de narices. Aviso de los spoilers para los que no queráis seguir leyendo.
Ya os he hablado en otras ocasiones de mi relación de amor-odio con esta serie. En resumen: el piloto me gustó; el desarrollo me aburría; tras el parón para mejorar tramas me volví a enganchar; la serie se canceló pero se le concedió la posibilidad de terminar la serie; y el final que he visto esta semana ha sido lo más decepcionante que he visto en mucho tiempo. Vamos, que sabían que la serie no iba a tener continuidad y a pesar de eso se marcaron un final conservador, poco espectacular, nada impactante y, sobre todo, feliz. Toda una temporada luchando contrareloj con el flashforward, con sus consecuencias, con sus posibilidades…, para terminar con un «más de lo mismo».
Personajes atormentados por sus decisiones que en el último episodio se cambian la camisa y se convierten en héroes. Desconfianzas que de repente desaparecen, negaciones que se convierten en afirmaciones, tramas resueltas con un dramatismo de todo a cien (como la de Aaron y su hija en Irak). En fin, un giro de guión en el último episodio que nos habla, más que de sorpresa, de falta de coherencia. Y la palma se la lleva Benford, claro, que consigue cambiar su flashforward pero no sale a tiempo del edificio antes de la explosión y del segundo desvanecimiento. Tanta historia con Simon y Lloyd para que al final ni descubran las fórmulas ni puedan parar nada. Y el final de acabose con Charlie, la hija de Benford, diciendo: «Le han encontrado» en su segundo flashforward. Me pregunto si había alguna directriz que dijese que no podía morir nadie.
Ya imagino que con la serie cancelada no podían hacer un desvanecimiento tan espectacular como el primero, de acuerdo, pero la solución esa de las radios y teles de medio mundo avisando a la población me pareció pobre, muy pobre. Y los nuevos flashforward encadenados de los personajes como informando de lo que pasó después, a modo de cuento, también me pareció una solución baratera. ¿Qué habría hecho yo? No habría parado la máquina, en eso estoy de acuerdo, pero Simon podría haberlo convertido todo en un flashback con sólo apretar una tecla y por lo menos la conclusión habría sido más sorprendente.
Lo que realmente me enfada de este final es que teniendo todo el tiempo una trama sólida de ciencia ficción, se hayan inclinado por un final dramático al uso, muy poco especial y sobre todo irrelevante. Pero qué le vamos a hacer, nunca llueve a gusto de todos. Mi más sentido pésame por el final de la serie que si bien no ha resultado ser el éxito que todos esperaban, yo creo que ha aportado cosas interesantes. Es atrevido que jueguen con la doble moral del FBI y la CIA, que cuestionen los tratamientos en los centros de salud mental y que se ponga de manifiesto el poder de las mafias por el control de las mentalidades. Son temas que podrían extrapolarse a nuestra realidad más cotidiana. Pero creo que la serie ha tenido demasiados héroes y unos malos bastante mediocres, y eso no hay ciencia ficción que lo sostenga.
‘FlashForward’, adiós con el corazón
La trayectoria de FlashForward es como la de una relación de transición: entre dos novietes más o menos formales muchas veces hay un entremés y ese es el triste papel que le ha tocado a esta serie. Que sí, que no, que lo dejamos, que volvemos y que nada, que no puede ser. A otra cosa, mariposa.
FlashForward llegó con la etiqueta de «sucesora de Perdidos» que sí, al fin y al cabo no es más que una vitola comercial, pero los de marketing se equivocaron colgándole semejante medalla porque se terminó comiendo gran parte de las posibilidades de la serie. Después de un piloto de impresión vino la caída libre y sin frenos. Qué manía llegué a cogerle a Mark Benford, ese agente del FBI más perdido que un pulpo en un garaje, existencial y agonías como él solo. Entonces se hizo efectivo el parón.
El descanso del guerrero, una oportunidad para que los guionistas le diesen una vuelta a todo y ofreciesen algo más que los delirios de un ex-alcohólico deprimente. Y funcionó, por lo menos para mí funcionó, y la vuelta de la serie me ha hecho engancharme otra vez con tan mala suerte que las malas audiencias en Estados Unidos le llevan a hacer parada y fonda. Y hasta nunca.
Bien es cierto que la segunda parte de la primera temporada tiene poco que ver con todo lo anterior pero a mí me importa bien poco, no soy rencorosa. A su vuelta FlashForward sufrió una metamorfosis necesaria en todos los sentidos: dirección, ritmo, tramas pero, sobre todo, personajes. El beato Mark Benford apareció reconvertido un tipo más atormentado que otra cosa, pero con un objetivo claro, su presencia se difuminó en la serie en favor de ciertos secundarios que adquirieron matices más que interesantes y algunas tramas, como no podían desaparecer de un plumazo, se fueron difuminando para que estuviesen sin molestar demasiado.
Ahora que tenemos malos de verdad, conflictos patentes y con profundidad, y una amenaza, la serie pincha. El mundo al revés pero es lo que tiene empezar con mal pie, y bien que lo siento. Sé que hay series mucho mejores, pero también las hay peores, qué os voy a contar que no sepáis. Sólo espero que le den a la serie un final cerrado y que quede todo atado y bien atado, como decía aquél. Un final abierto sería un chasco y de una hipocresía abrumadora aunque, a decir verdad, tampoco serviría de mucho que me quejase de eso a estas alturas. Bastante suerte he tenido disfrutando de los últimos capítulos. Que me quiten lo bailado.
Para qué ha vuelto ‘FlashForward’
Anoche me zampé los dos primeros episodios de FlashForward «reloaded» en AXN, los dos primeros episodios después del parón antológico que sufrió la serie para reordenar sus tramas después de un inicio muy prometedor y una evolución a la baja. Desde mi punto de vista, FlashForward es una de esas series que tienen que triunfar sí o sí porque la cadena así lo quiere y necesita. A la ABC se le termina Perdidos en unos meses y necesitaban un éxito de repuesto. Publicitar FlashForward como la serie llamada a ser la sucesora de Perdidos fue un error y restó muchas oportunidades a la serie, sobre todo si aplicamos el concepto del «hype» a la televisión. Más o menos, en España sería equiparable el efecto Gominolas y que se traduce en el consecuente chasco del espectador.
Los diez primeros episodios antes del parón seguían la línea inicial propuesta de tener un final cerrado para la primera temporada que llegaría hasta el 29 de abril de 2010, día del desvanecimiento (eso ha tenido que cambiar a la fuerza). En esos diez episodios la trama avanzó muy lentamente, con subtramas molestas, protagonistas poco creíbles y un misterio poco interesante. El piloto prometía, pero el resto de episodios me parecieron pretenciosos y la evolución de la historia parecía que avanzaba a trompicones, oscilando entre un calme chica y una locura desatada. En ese estado de cosas anoche recibí el capítulo doble que retoma la historia con cierto escepticismo.
En el lado positivo, el experimento del parón nos permite ver y apreciar el trabajo de los guionistas, el esfuerzo por reforzar las tramas y deja la sensación de que han intentado colmar las expectativas de los espectadores. Había que avanzar y eso, en el lado negativo, se tradujo en soluciones rápidas. Para empezar volvieron a los efectos especiales impresionantes del desvanecimiento, de repente aparecieron personajes nuevos y otros secundarios han cambiado su rol como por arte del birlibirloque, a Benford le inyectan un droga para que recuerde todo su FlashForward, aparece el amor, se entra más en la vida privada de los personajes, se descubre la identidad del misterioso hombre del estadio, los malos dan la cara y los que eran malos hasta ahora tienen motivaciones. Muy bien, pues a pesar de todo la serie sigue sin engancharme. No acepto barco como animal acuático.
Hoy leo que Robert J. Sawyer, escritor de la novela en el que se basa la serie y guionista de la misma, dice que existe la posibilidad de escribir multitud de historias, tantas como seres humanos existen porque todos supuestamente vivieron el desvanecimiento. Bueno, todos no, claro, eso ya lo sabemos. Ahora se han sacado de la manga un segundo desvanecimiento que hay que evitar, un motivo más interesante que el del principio de la serie, cuando todo iba directo a revivir el primer desvanecimiento en abril, pero aún así la serie me sigue fallando y por mucho que se empeñen esta serie no va a llegar muy lejos. No lo digo yo, lo dice la audiencia de Estados Unidos, que es la que manda en estas cosas.
A mí el protagonista me deprime, el atormentado Benford me pone de los nervios, tan rebelde, tan válido, tan infeliz, tan ex-alcohólico, tan sobreactuado. Los malos me parecen de tebeo, sólo falta que cada vez que salen se oiga un «chan-chaaaannn» y brille un rayo en el horizonte. Los buenos y su desazón constante me cansan. Ahora ha aparecido alguien la mar de satisfecho con su flashforward y resulta que es un predicador que no hace más que hablar de Dios. En fin, que a estas alturas y después de todo, se aprecia el esfuerzo por dar un cambio de rumbo pero a mí siguen sin convencerme y creo que es porque la investigación no me interesa demasiado por culpa de los personajes y por la grandilocuencia del hecho. El tablón, las pistas, todo parece un «Deus ex machina» y que se avanza por casualidad, pero al tiempo defienden que el futuro se puede cambiar. Será que últimamente no me siento especialmente existencialista pero no veo el conflicto por ningún lado, o no han sabido transmitirlo. Creo que una certeza es un mal argumento y para flashforward, me sigo quedando con Perdidos.
‘House’ vuelve a la carga (sin spoilers)
Aprovecho que Cuatro anuncia el estreno de la sexta temporada de House para el próximo jueves para recomendaros que veáis el episodio. Se titula «Broken» («Roto»), y en él descubriréis, confirmaréis y constataréis que House es más House que nunca. El capítulo dura hora y media y no sigue el esquema típico de un capítulo de House (de hecho es un homenaje a la película Alguien voló sobre el nido del cuco). A pesar de eso el capítulo es vibrante, emocionante, desafiante, y los personajes que acompañan a House, que no son los habituales, se merecen pasar por derecho propio a la galería de los mejores personajes de la serie. La realización nos regala momentos bellísimos y el guión es uno de los mejores trabajos del equipo de la serie, explorando nuevas posibilidades pero sin perder las señas de identidad de un producto que los espectadores valoramos mucho. Yo me quedé emocionada con el episodio y me enamoré más aún de House (cuanto más imperfecto es, más perfecto me parece).
La pena es que el estreno de este episodio en Cuatro sólo es un avance y que para ver el resto de la temporada en Cuatro aún habrá que esperar. Este capítulo lo estrenó Fox el domingo pasado en versión original subtitulada (he visto ese y los subtítulos estaban más que bien). Según tenía yo entendido, los de Fox iban a emitir los capítulos en versión original los domingos por la noche, pero ahora no podría poner la mano en el fuego porque no encuentro ni rastro de esa información, apenas un sutil anuncio en una web de programación, pero en la web de Fox sólo anuncian el estreno de la temporada ya doblada para el próximo 27 de octubre.
Ya me había hecho yo a la idea de poder ver los capítulos en la tele, pocas semanas después del estreno en Estados Unidos, pero si mañana no emiten el segundo episodio en Fox voy a tener que poner el ordenador a trabajar, a pesar de que últimamente está en horas bajas y de que si le doy mucho tute se apaga como una bombilla.
Nos dan una de cal y otra de arena así que no puedo evitar pensar en una fantástica campaña promocional orientada al colectivo de «descargadores». Lo que me parece un error es anunciar a bombo y platillo el estreno de una serie doblada a los pocos días de su estreno en Estados Unidos y luego, si es verdad que se dirigen a los usuarios de Internet, que emitan sólo un episodio y que con ese caramelito pretendan conseguir que la gente espere el resto de capítulos en televisión sin verlos en el ordenador.
Por otro lado, y lo digo por Cuatro, programar ese estreno en jueves, compitiendo contra Gran Hermano o Cuéntame, es una órdago gigantesco. Si funciona sacarán la conclusión de que es una buena inversión estrenar los episodios tan pronto pero, ¿qué dirán si no funciona? ¿Le echarán la culpa a la estrategia de programación o concluirán que los espectadores no valoran el esfuerzo?
La semana pasada se estrenó FlashForward (impresionante), en Cuatro y en AXN. Además del éxito en Cuatro, fue el estreno más visto de la tele de pago y AXN marcó unos datos espectaculares en el estreno. En AXN se emitió lunes y en Cuatro martes, al día siguiente. Ambos éxitos demuestran que las ofertas no son incompatibles y que si hay una buena estrategia de programación, con una serie de estas características el éxito está asegurado. FlashForward se estrenó en Estados Unidos el 24 de septiembre y ya la tenemos aquí viento en popa a toda vela. ¿Por qué se hace esto con una serie de estreno como ésta, en cambio con House, que es éxito asegurado, nos toca esperar más? Supongo que es cuestión de dinero.
Respecto a esto y volviendo a House, el primer episodio de la temporada seis que estrenará Cuatro el jueves, Fox lo emitió del tirón, sin publicidad. ¿Harán los de Cuatro lo mismo? Sería hora de que ideasen estrategias de inversión publicitaria que no mutilasen las emisiones de las series aunque, claro, si las emiten con la publicidad convencional y tienen audiencia, para qué van a calentarse la cabeza.
Life, lecciones de tele
Charlie Crews (Damian Lewis), policía, ha estado doce años en la cárcel por un crimen que no cometió. Su absolución supone una jugosa indemnización y su vuelta al trabajo. Los años de prisión le han marcado profundamente y la filosofía Zen es el vehículo que utiliza para enfrentarse a la realidad, una vida (Life), en la que nada es lo que parece.
Crews es otro personaje atípico que, esta vez, en lugar de utilizar la bordería para diferenciarse, utiliza el rollo Zen. No es maleducado, no es agresivo, no es borde…, sino todo lo contrario. Es un buen tipo y es curioso cómo esto llama la atención y lo convierte en especial. Hasta aquí hemos llegado. Nos ha tocado vivir la época en la que los personajes buenos son los raros. Me resulta divertido.
Para mí, una de las características más interesantes del personaje es su total falta de habilidades tecnológicas. Los doce años preso han coincidido con el auge de la era digital y hasta un teléfono móvil es para él algo sorprendente. Aprovechando esto, hay una secuencia fantástica en el primer capítulo en la que su asesor financiero (el enorme Adam Arkin), le enseña Google y le explica que se puede buscar a cualquier persona. Crews le pide que le busque a él y con el listado de referencias del buscador se resume en titulares el caso de Crews. Muy creativo, conciso y efectivo.
No es una serie de policías al uso porque la resolución de crímenes sólo sirve para vehicular la verdadera historia: la investigación que Crews lleva en secreto para averiguar quién le metió en la cárcel. Los secundarios son fantásticos, incluyendo a Brooke Langton, a la que vimos emerger en Melrose Place.
El guión esconde giros con sentido del humor aunque predomina el tono dramático. Es un ejercicio de maestría en el que descubrimos a los personajes gracias sus reacciones, sin necesidad de que nos cuenten nada, y las tramas se articulan con solidez pero de una forma sutil, enganchando de una forma endiablada.
De lo formal destacaría que en la serie aparecen cortes de entrevistas, como partes de un reportaje, en las que testimonios hablan del antiguo Crews y de su caso; una buena forma de enfocar el peso del pasado y de mostrar cómo Crews y su entorno siguen marcados por lo que sucedió.
AXN está emitiendo Life y Telecinco ha comprado los derechos para emitirla en abierto, pero aún no se sabe cuándo.
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