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Anuncio: Todos admiramos a alguien
Ando reponiéndome de mi paréntesis. Lo he aprovechado para iniciar unos cambios en el blog que se verán en breve (aún estoy terminando ciertas cosas), pero quería retomar el ritmo y para ello os traigo uno de esos anuncios que hacen legión. La mezcla de lo antiguo y de lo nuevo funciona y, además, la campaña es muy buena, con esa mezcla entre la perfección de Yo, robot y la ternura de Wall·e.
Lo más llamativo para mí ha sido la elección de la banda sonora. Nada casual, por supuesto, y que fagocita (homenajea), un clásico de los grandes: El mago de Oz. La canción del espantapájaros es una de las más populares de la película y en ella cuenta que va a pedirle un cerebro al mago. Supongo que todos conocéis la historia.
Como todos admiramos a alguien, las parodias ya han empezado a surgir. Los de APM? hicieron el siguiente vídeo antes del hat-trick de anoche. Messi es admirable para muchos.
Y con este entretenimiento vacuo os dejo hasta mañana. Esta noche amenazo con ver Princesas de barrio en laSexta, así que estáis avisados.
El A, B, C de las sanciones
Éste de arriba es el anuncio por el que Intereconomía ha recibido una sanción de 100.000 euros por parte del Ministerio de Industria en atención a que vulnera un artículo que establece que la publicidad no puede atentar contra los derechos constitucionales de las personas. Dejando de lado que el importe de la sanción es ridículo para una cadena de televisión y que la sanción, obviamente, está bien aplicada, me gustaría hoy llamar la atención sobre un aspecto peculiar de este tipo de polémicas.
Estableciendo las bases del debate, hay que aclarar que el mismo Ministerio de Industria no encuentra motivo de sanción en el vídeo de Manolo Lama con el mendigo ni en el del «zorra repugnante» de un tertuliano. Se da la circunstancia de que en ambos casos los interfectos pidieron perdón e Industria considera que ambos momentos televisivos que han reventado en reproducciones en YouTube son «hechos aislados». Por otro lado, se da la circunstancia de que Industria sancionó en enero el programa Sálvame Diario por las referencias sexuales explícitas del programa que podrían dañar el correcto desarrollo de los niños y que vulneraban el horario de protección infantil. La última polémica que ha revolucionado Internet es el siguiente vídeo de UAU. Sobran las explicaciones.
[Actualización] Cuatro ha eliminado todo rastro del vídeo. Ellos sabrán por qué. En cuanto aparezca lo volvemos a poner pero…, hay que ver qué mal se hacen las cosas de vez en cuando. Ya ha aparecido el vídeo. Veremos cuánto dura. [Fin de la actualización]
En este contexto de decisiones interesadas, mal explicadas y que incluso podríamos determinar como incoherentes, se pueden sacar algunas conclusiones:
a) Que la publicidad tiene establecidos claramente sus límites con lo que sancionar un anuncio es mucho más fácil y menos comprometido para el Ministerio de Industria. Si eso que dice el anuncio de Intereconomía lo hubiese dicho un tertuliano y hubiesen usado esas imágenes como promo del programa, seguramente no les habrían puesto la «receta».
b) Que pedir perdón sale rentable, aunque el mal ya esté hecho, ya sea el investigado un fragmento de una emisión de contenido supuestamente deportivo o una tertulia de opinión. La opinión, desde mi punto de vista, está sobrevalorada, y eso de que todas las opiniones son respetables me da risa, pero parece que el Ministerio de Industria no piensa lo mismo. Tampoco valora el Ministerio a la hora de establecer sanciones la repercusión de esos momentos en otros medios, Internet principalmente, cuando ése debería de ser uno de los criterios básicos en este siglo.
c) Que el horario de protección infantil es uno de los puntos fuertes del Ministerio, relacionado con la alarma social que genera, y que todo lo que salga de ese horario es mucho más difícil de sancionar porque, al contrario que pasa con la publicidad, el entretenimiento tiene unos límites de actuación difusos y demasiado interpretables para un Ministerio que, una y otra vez, opta por no posicionarse en ese papel esquizofrénico que tienen al ser juez y parte del sistema. El Ministerio es a la vez el organismo regulador de la televisión, en constante contacto con las cadenas, y el defensor de los ciudadanos ante los abusos televisivos. Así no hay manera.
La principal conclusión que yo extraigo de todo esto es que el Ministerio está incapacitado para sancionar por sus propias carencias y su falta evidente de objetividad y que, cuando sancionan, lo hacen para cubrir el expediente estableciendo unas cantidades de risa y acudiendo a argumentos muy estereotipados que incluso caen en la demagogia barata. Cierran los ojos a las verdaderas polémicas, a los hechos que realmente habrían que ser cortados de raíz, y multa lo evidente para que no se diga que no hacen nada.
Por todo esto, y en pro de la salud de la televisión, habría que establecer unos límites concretos, los que sean, o por lo menos afrontar la necesidad de una regulación real que permita a todo el mundo el saber a qué atenerse. El equilibrio es complicado porque una normativa muy estricta terminaría siendo un chorreo de denuncias cruzadas entre cadenas sin ningún sentido, pero una normativa demasiado laxa lleva a la situación en la que nos encontramos ahora, donde todo el mundo hace y dice lo que quiere porque saben que no hay consecuencias. Desde mi punto de vista, la ausencia de normas es el mayor problema al que nos enfrentamos en estos momentos. ¿Nadie va a hacer nada por solucionarlo?
Navidad y televisión
Porque no todo va a ser «vuelva, a casa vuelve», o «ya es Navidad» en el centro comercial de turno.
Lo cierto es que hay gente buena por ahí que sabe darle a las cosas su verdadero sentido y que es capaz de ironizar sobre lo más sagrado. Menos mal que, pese a todo, seguimos conservando la capacidad de reírnos.
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