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Journeyman cambia de nombre
El próximo 12 de mayo Fox estrena Journeyman, una serie que como veis en el vídeo tiene un recorrido corto, pero lo que más me ha llamado la atención es que la promocionan titulándola «Viajero en el tiempo». ¿Hay algún motivo para que le hayan cambiado el nombre? Ni idea, pero el asunto me ha hecho pensar en que en la era A.I. (antes de Internet), las series tenían los nombres traducidos que les daba la gana a los traductores, pero como tampoco teníamos más información digamos que la cosa pasaba más desapercibida.
- El príncipe de Bel Air en la versión española dejó aparcado el «Fresh» del título original (The fresh prince of Bel Air), quizá porque se pensó que no era importante ya que el nombre artístico de Will Smith aún no había vendido demasiados discos por aquí.
- Love boat se convirtió en Vacaciones en el mar. ¿Qué tenía de malo «El barco del amor»? Si es que realmente era exactamente eso.
- Hill Street Blues fue Canción triste de Hill Street, quizá porque eso del blues nos quedaba algo lejos a los españolitos de a pie.
- Full house fue Padres forzosos y la traducción, sin lugar a dudas, presentaba en el título una serie que no tenía nada que ver con la ficción que desarrollaba. Si estaban todos encantados de conocerse.
- Y así hasta el infinito.
Ahora, con Internet, los títulos originales de las series tienen tendencia a perdurar y los motivos son varios: las descargas, que hacen que mucha gente esté familiarizada con una serie en versión original cuando se estrena aquí; la información en el idioma original hace imprescindible conocer el título si se quieren buscar datos en la red; el mayor conocimiento del inglés, que nos permite darnos cuenta de las trampas.
Es habitual, por ejemplo, que se hable de Perdidos (Lost), o viceversa. Sin ir más lejos, Fox está emitiendo Dirt, Saving Grace, Californication o Prison Break. House no cuenta, que es el nombre del personaje. Otras cadenas tienen The closer, Psych, Hustle o The Unit.
Sin cita previa, en cambio, no ha mantenido el título original de Private Practice, aunque en principio pareció que se quedaba. Mujeres desesperadas o Anatomía de Grey tampoco mantienen los títulos originales. Betty ha perdido el «Ugly» por el camino. Y ya hemos comentado lo que pasa con Journeyman.
Mi pregunta es por qué. No lo entiendo. ¿Estos bailes de nombres obedecen sólo a una adaptación? ¿Y en qué se basan esas adaptaciones? ¿Qué criterios utilizan? ¿Y qué preferís vosotros? Yo me quedo con los originales porque luego, para buscar algo en la IMDB, una se vuelve loca. Por ejemplo: Primos lejanos, ¿cómo narices se busca eso? La serie se llamaba Perfect Strangers, lo descubro gracias a la Wikipedia y de ahí paso a IMDB.
Por cierto, en la Wikipedia podéis encontrar cómo se han traducido las series en otros países. En este caso, Perfect Strangers fue Larry et Balki en Francia, Balki e Larry: Due perfetti americani en Italia o Dos perfectos desconocidos en América Latina. Como veis, en esto los españoles no somos únicos.
Pedro Erquicia se jubila
Pedro Erquicia es uno de esos profesionales que permanecen vinculados a los programas más prestigiosos de Televisión Española. Informe semanal, La noche temática o Documentos TV son hitos en su currículum y será difícil que le olvidemos, al igual que ocurrió con José Luis Balbín y La clave.
A los 65 años le toca jubilarse y Televisión Española ha emitido una nota alabando su labor profesional. ¿De verdad no se puede hacer nada para que este hombre siga trabajando? Aunque no me extrañaría que estuviese cansado ya, que le ha tocado vivir lo suyo.
Espero ansiosa sus memorias porque seguro que tiene mucho que contar. Era director de informativos en Televisión Española en el 81 y le tocó apechugar con el Golpe de Estado. Ha sufrido en carnes propias los tejemanejes políticos de la cadena pública con el paso de los distintos gobiernos. Se negó a acogerse al puñetero ERE y ha aguantado hasta los 65 años como un campeón, a pesar de que en la última remodelación de la Corporación su Dirección de Programas de Investigación no figuraba en el organigrama.
Llamadme paranoica pero a mí lo de la jubilación me parece pillado por los pelos. Ahí tenemos trabajando a Punset, por ejemplo. Y como ejemplos menos edificantes podemos ver en Telecinco a Jimmy Jiménez Arnau. Es decir, que se puede trabajar pasada la edad, y más en una profesión como ésta. Confío en que Erquicia quiera jubilarse de verdad y esto no sea una despedida por la puerta de atrás.
A Tom Selleck le cierran El Montecito
Mucho tiempo ha pasado de las imágenes de arriba. Ahí donde la veis, Magnum empezó a emitirse en 1980 y terminó en 1988. Las series de antes, cuando iban bien, duraban muchos años. En Magnum Tom Selleck tenía un personaje carismático que, además, no dudaba en enseñar carne cuando el guión lo requería, como en la escena del vídeo.
El personaje de Tom Selleck en Friends, Richard, nos proporcionó algunos de los mejores momentos de la serie. Un tipo divertido y con mucho sentido del humor (falta le hacía para soportar a Mónica). Su presencia se mantuvo durante toda la serie después de su aparición y Chandler sufrió en silencio la presión de no saberse tan bueno como Richard hasta el final. Mítico el momento en el que él y Joey están investigando un armario que Mónica tiene cerrado a cal y canto y, de repente, se acerca a la puerta y pregunta: «Richard, ¿estás ahí?».
La última aventura de Tom Selleck ha sido en la quinta temporada de Las Vegas. Su personaje intentaba cubrir el hueco dejado por el abandono de James Caan. Además, en esta quinta temporada también dejó la serie la explosiva pelirroja Nikki Cox. Las audiencias de esta temporada no han sido de escándalo pero la huelga de guionistas ha sido la puntilla y la NBC ha anunciado la cancelación de la serie de forma fulminante. El último capítulo se emitió en febrero, con lo que ese ha sido su final. Los fans de la serie están que se suben por las paredes y están empezando la campaña de salvación.
Las Vegas no ha sido una de mis series favoritas. En la estructura me recordaba a Hotel o a Vacaciones en el mar pero más macarra en todos los sentidos, desde los personajes hasta la producción, con esas cámaras de seguridad que nos llevaban por los diferentes espacios del casino, ese derroche de travelling, ese acabado de colores saturados, esa música machacona y esos cuerpos perfectos.
Por otro lado, lo siento por Tom Selleck, del que estuve profundamente enamorada en mi infancia. Revisando el panorama me parece que lo tiene crudo porque creo que no se hacen series en las que él pueda encajar. ¿Os lo imagináis en Perdidos? ¿O encerrado en la cárcel de Sona? En Dexter no pega ni con cola. Le falta algo de metrosexual para entrar en Anatomía de Grey. Quizá haya que rendirse a la evidencia y le empiece a tocar hacer de padre de familia, pero ¿de qué serie? Las Vegas era una buena oportunidad pero no ha podido ser. Esperemos que alguien le rescate pronto.
De apellido, Aragón
A ver si conocéis u os suenan algunos de Los Gabytos, hijos del inolvidable Gaby al que le debemos aquella enorme frase de «el mar, idiota, el mar». Dejo pistas.
¡Fama! A bailar, lo nuevo de Cuatro
He aquí la nueva apuesta de Cuatro para la SOBREMESA. Sí, sí, sobremesa. Con este programa tan innovador y revolucionario quieren hacer sombra a Sé lo que hicisteis…, Aquí hay tomate y telenovelas varias. Fans de Friends, lo siento pero se acabaron las reposiciones. Después de siete vueltas a los episodios en la cadena opinan que la serie está desgastada y a cambio proponen este talent show.
Las comparaciones son odiosas pero, ¿y los plagios? Que ya sabemos que un formato es un formato y que, sobre todo en los reality, hay poco lugar para el cambio, pero esta secuencia de artistas que Cuatro pretende impulsar ya cansan. Lo novedoso es que, por lo visto, no habrán galas semanales (así es más barato, claro), y todo se resolverá de lunes a viernes después de comer. Pues que les aproveche.
Sobre todo me solivianta el sacrilegio que desde mi punto de vista llevan a cabo relacionando el programa, nombre y tipografía mediante, con Fama (tanto la película como la serie). Cuando sean capaces de hacer algo remotamente parecido a lo de aquí abajo (tanto en lo artístico como en lo audiovisual), que me llamen.
Esta canción me pone los pelos como escarpias y hace que se me salten las lágrimas, que una también tiene su corazoncito.
La nostalgia y la televisión, objetos de consumo.
Regalar nostalgia televisiva es un valor seguro. Por lo menos, eso se extrae de un estudio que ha realizado la consultora Millward Brow para EBay. Según sus conclusiones, al 87% de los internautas españoles nos gustaría recibir regalos relacionados con nuestra infancia o nuestra adolescencia. Y parece que la fiebre por la nostalgia es internacional.
Yo creo que somos todos una pandilla de friquis, la verdad. No voy a negar que me derretiría ante un presente (navideño o no), relacionado con mis filias infantiles televisivas. La red está llena de gente que busca iconos de la juventud para regalarse y hay algunos que se pasan cuatro pueblos (un Madelman en su caja original se ha vendido por tres mil euros).
Para mí, lo más chocante de la noticia es comprobar cómo distintas generaciones pugnan por aupar sus iconos al top de los más vendidos. Yo creo que existe cierta competencia por establecer qué iconos son los mejores y es de justicia reconocer que cada generación reconoce y piensa que sus referencias son las auténticas, en detrimento de las referencias de los demás.
Seamos claros: siente una cierto orgullo al saberse hija de Ulises 31 y menosprecia a los pobres que se la han perdido. Y emocionarse con la muerte de Chanquete une, y mucho. Por lo visto, el estudio marca que las nuevas tendencias irán enfocadas hacia el éxito de Zipi y Zape, Mortadelo, Epi y Blas y Martes y trece (va de parejas la cosa).
En cualquier caso, que los productos de algo tan espurio como la televisión tengan éxito y se paguen a precio de oro no hace sino demostrar, una vez más, que uno de los medios más denostados tiene una influencia social fuera de toda lógica, amén de ser objeto de consumo masivo. Sólo por eso el televisor se convierte en una especie de altar pagano porque el consumo es el signo de nuestro tiempo.
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