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‘España Directo’ y la producción externa en TVE
Hay cosas que no entiendo. La de hoy: que Televisión Española siga subcontratando equipos técnicos y humanos a empresas externas cuando tiene los suyos propios muertos de aburrimiento. Son cosas de los contratos que se firman. En el caso de hoy: España Directo. El contrato con Mediapro ha tenido que revisarse (seguirá hasta junio pese a la pérdida de espectadores), y el ente público ha forzado un abaratamiento de costes del programa imponiendo el uso de sus propios medios para la realización del programa.
En principio parece una buena noticia, ¿no? Así nos la venden al menos. A mí me gustaría saber por qué hasta ahora no se han primado las medidas de transparencia de las que ahora presumen desde el Consejo de Administración de RTVE. ¿Qué pasaba antes? ¿Que todo el monte era orégano? Más o menos. Hablamos de ello hace un tiempo refiriéndonos a La mañana de La 1 y como decía el otro, la vida sigue igual. De aquellos polvos vienen estos lodos y se ve que para solucionar la externalización no basta con dar un puñetazo en la mesa, hay que hacerlo con cuidado. De hecho, en el caso de España Directo, Mediapro sigue en la producción, aunque haya perdido algo de autonomía / ingresos por el camino.
Según afirmó el propio Jaume Roures, Presidente de Mediapro, los trece millones de euros que cuesta el programa están justificados. Sí, trece millones de euros que paga Televisión Española por un programa que recoge sucesos, recetas de cocina, información de pueblos de España y poco más. No lo entiendo. Desde el Consejo de Administración de RTVE valoraron la cancelación del espacio porque según consta en el contrato este se puede anular si ese gasto no se corresponde en audiencia (los datos de las últimas semanas están en torno al 12% de share). Muy bien, lo tenían todo a mano para tomar las riendas de la parrilla. ¿Qué ha pasado?
Y aquí, queridos, me pierdo. A ver si alguien de la casa, que esté en el meollo, puede aclararnos la historia. Simplificando los hechos el asunto queda así: Televisión Española tiene un programa desde julio de 2005 que le cuesta trece millones de euros y que ha subcontratado a pesar de tener medios. En el contrato se estipula que si la audiencia baja, el contrato puede ser revocado. La audiencia baja y lo que hacen es forzar que se usen medios propios pero siguen contando con Mediapro para la producción. Ya comenté hace un tiempo que la externalización de la producción en Televisión Española ha generado conflictos sindicales que han sido silenciados. Desde el ente público dicen que abogan por la transparencia pero yo, que soy una común mortal, veo una opacidad tremenda en todo esto. ¿Hasta cuándo va a durar?
’21 días’, el giro de la novedad
El 1 de octubre vuelve 21 días con la nueva reportera, Adela Úcar, y he estado viendo en la web del programa los avances de tres de los próximos programas: «21 días en el vertedero», «21 días viviendo con musulmanes» y «21 días bebiendo alcohol». Ha sido extraño porque ver los tres avances seguidos, uno detrás de otro, permite notar los diferentes matices de cada reportaje: el primero es muy duro, el segundo parece muy crítico y en el tercero no he podido evitar notar cierta frivolidad. Repasando los reportajes que hizo Samanta Villar podemos determinar el patrón del programa, que da una de cal y otra de arena. Estas variaciones son las que hicieron que en su momento el programa no me gustase al cien por cien, sólo algunas de las historias que se contaron.
A primera vista Adela Úcar parece una persona más cercana, más empática y más espontánea que Samanta Villar, o al menos eso es lo que demuestra en esos vídeos. No digo que sea ni bueno ni malo, pero sí que es distinto. Samanta Villar tendía más a la indignación y parece que Adela Úcar se va a dejar llevar más por otro tipo de emociones. A veces resulta racional, otras profundamente sentimental. En general, el personaje parece más variable en función de los espacios, como si se adaptase de otra manera al conjunto de realidades en las que se intenta involucrar.
Me ha llamado mucho la atención que en los dos primeros avances Adela Úcar confiesa la dificultad de ponerse en la piel de esas personas con las que está, desmontando un poco ese tagline de «no es lo mismo contarlo que vivirlo». Me ha sorprendido esta franqueza con la que abordar los temas pero, viendo los avances completos, da la sensación de que Adela Úcar va a ser más directa en los reportajes y que no va a pasar por alto los puntos de vista mayoritarios. Al contrario, los va a utilizar, y hasta parece que más de lo que en su momento los utilizó Samanta Villar, que en eso siempre me pareció menos directa y más comedida.
Así, en líneas generales parece que el programa no va a cambiar mucho: la forma es la misma, el mensaje basado en las opiniones mayoritarias también, quizá cambie la manera de personalizar los acontecimientos. No obstante, un cambio de cara es más que suficiente para darle un nuevo aire. Samanta Villar tenía muchos seguidores, tantos como detractores. Me da la impresión de que Adela Úcar caerá un poco mejor en líneas generales aunque termine haciendo lo mismo que su predecesora. Yo espero poder salvar algunos reportajes como me pasó en el caso de Samanta Villar. El resto es cosa de la audiencia.
‘Salvados’, la riqueza y la pobreza a tiro de piedra
El programa del domingo de Salvados me pareció un lujo y una maravilla, mucho mejor que la primera parte. Como siempre, noto cierta irregularidad en las entregas pero siempre no se puede estar al mismo nivel. Por otro lado, las promos no le hacen justicia porque la necesidad de resaltar la anécdota cómica resta importancia al tema que se trató: el del origen de la crisis económica y sus consecuencias.
Me sigue pareciendo abrumador cómo Jordi Évole consigue entrevistar a los personajes idóneos y sacarles la información con toda naturalidad. Los pone a todos al mismo nivel y son ellos los que con sus declaraciones y gracias a la oposición se ponen en evidencia y revelan, sin necesidad de objetivar datos, los perfiles y los contrastes de la realidad. Évole es un mero hilo conductor y las gracias del programa son necesarias para hacer más digerible el resto del discurso. Un discurso que otra vez golpea con vehemencia los cimientos de la sociedad que entre todos construimos y sufrimos cada día.
En su periplo de Wall Street al Bronx quiero destacar a tres personajes. Me causó estupor el empresario español que contaba cómo había hecho su riqueza gracias a la precariedad laboral americana y al supuesto espíritu de sacrificio de los trabajadores de Estados Unidos, algo que según él no encontramos por aquí y que sería necesario implantar para sacar adelante el país. Era estremecedor verle hablar de cómo un trabajador es capaz de dedicar once horas diarias al trabajo si ve que la empresa lo necesita y después comentar que el despido es libre y gratuito, sin hacer mención a la obvia relación que hay entre las dos situaciones, como si la precariedad laboral no obligase al trabajador a dejarse el lomo a costa de su salud por un sueldo mínimo. Para hacer alusión a esta relación de explotación estaba Évole que, como siempre, la dejó caer para aquel que quisiera entenderlo.
Muy reveladores fueron los datos aportados por el señor del Bronx, perteneciente a una ONG de ayuda a los necesitados que explicaba cómo en esa zona de Nueva York el paro alcanza el 50% de la población, la misma población que fue víctima de las hipotecas subprime que condujeron a la crisis reciente en la que estamos ahora. Un panorama sin salida para gente que busca desesperadamente empleo y que vive sin ningún tipo de subsidio. Mostraban su desilusión con Obama, se sentían traicionados y no es para menos. Los rescates financieros han sido un golpe para muchos.
Pero el premio se lo doy al broker bueno, que acompañó a Évole en todo el periplo en Wall Street, que contestó todas sus preguntas con una sinceridad aplastante y que, consciente de su posición en todo el entramado, no justificó ninguno de los actos y lo explicó todo con una sencillez que es de agradecer. Después de toda la paja que llega sobre el tema desde todas partes, encontrar un testimonio de estas carácterísticas, profundamente humano, responsable y consciente de las consecuencias de todo lo ocurrido, que en ningún momento echó balones fuera y que fue capaz de ponerle cara a la crisis. Seguramente en su sector las opiniones que él expresaba con total naturalidad se mantengan más en secreto o sean minoría, pero esto no hace más que poner en valor su testimonio.
Por todo esto, el Salvados del domingo merecía esta entrada. Sigue teniendo un buen número de seguidores fieles pero es una pena que no haya más gente que se sume al share. Entender ciertas cosas con este programa resulta muy sencillo. Ahora han tenido un tropezón importante con Venezuela y espero que puedan solucionarlo pero a veces su forma de hacer las cosas no es entendida por todos. Sin ir más lejos, el propio Jiménez Losantos insultó a Évole en su cara y se quedó tan ancho.
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