La tele que me parió

Los peligros del directo

Los directos son como cajas de bombones, nunca sabes qué te puede tocar. Uno piensa en hacer una conexión y se prepara su texto, está todo hablado con el cámara y, de repente, algo cambia los planes irremediablemente. Después están los programas en los que todo discurre de forma habitual hasta que algo viene a perturbar la paz del plató. Las reacciones humanas ante diferentes cosas son la bomba, me encantan, y aunque esté feo reírse de las desgracias ajenas, hoy tengo ganas de hacerlo.

Aquí tenéis a un reportero que se electrocuta. Me encanta el grito (ayayayayay), y la cara de la presentadora en plató, que decide continuar con el programa con cara de asombro.

Lo de El diario de Patricia (o de quién sea), no es normal. Yo creo que le miden la tensión a las invitadas y eligen sólo a las que tengan propensión al desmayo. Lo mejor de los desmayos es que no hay ninguno igual a otro (con la excepción de los de Aramís Fuster), y la intriga está en saber en cómo caerá la señora y si se partirá los piños o se abrirá la cabeza contra uno de los sofás.

También hay momentos escatológicos. Sabéis que hay gente que vomita y todo eso. Yo, por mi elegancia natural, sólo voy a poner un video de una instructora de aerobic a la que se le escapa una flatulancia en pleno proceso de estiramientos. La naturaleza humana es incontrolable.

¿Y qué me decís de los ataques de risa? Son contagiosos y a veces llegan en momentos inoportunos, como cuando alguien está contando un drama o cuando se está contando la predicción metereológica.

Para terminar, un ejemplo de esta nueva generación de reporteros todoterreno que se inmiscuyen y se meten donde no les llaman para terminar siendo ellos la noticia. A veces parece que si no hay problemas, la conexión es un desastre.

28 junio 2009 at 09:46 7 comentarios